La ciudad de Guayaquil vivió una jornada de auténtico terror el pasado 9 de mayo, cuando las calles se tiñeron de sangre con al menos 19 muertes violentas registradas en diferentes sectores de la urbe. El punto álgido de esta ola de violencia fue la masacre de seis personas en un barrio de Nueva Prosperina, en un escenario dantesco que evidencia el nivel de barbarie al que han llegado las bandas criminales que asolan la ciudad.
Masacres y balaceras siembran el pánico en las calles de Guayaquil
La paz en Guayaquil se vio brutalmente interrumpida el pasado 9 de mayo, cuando una ola de violencia sin precedentes se desató en las calles de la ciudad, dejando un saldo de al menos 19 muertes violentas en diferentes sectores. El episodio más escalofriante ocurrió en un barrio de Nueva Prosperina, donde seis personas fueron masacradas a tiros dentro de una vivienda en Flor de Bastión.
Pasadas las 16:00 horas, la Policía encontró los cuerpos de las seis víctimas en el interior de la vivienda, ubicada en medio de la vegetación. Dos de ellos yacían en los exteriores, mientras que los otros cuatro fueron hallados dentro de la casa. En la escena del crimen, los oficiales recolectaron 21 indicios balísticos, evidenciando la brutalidad del ataque.
Según información preliminar, cuatro de las víctimas tenían antecedentes penales y presuntamente eran miembros de una banda delincuencial, mientras que los otros dos habrían sido secuestrados y llevados a ese lugar. Los cuerpos permanecen en la morgue policial a la espera de ser identificados.
Pero la violencia no se detuvo ahí. Más tarde, en el mismo sector de Flor de Bastión, una pareja fue asesinada en un aparente ajuste de cuentas de un grupo delictivo. Durante la noche, la masacre continuó con cuatro hombres acribillados por sicarios en el bloque 2 de la cooperativa, un hombre baleado dentro de una vivienda en el bloque 10 de Bastión Popular, y dos motorizados asesinados en el sur de Guayaquil.
Además, dos cuerpos fueron abandonados en el sector del Canal de la Muerte, convirtiendo a Flor de Bastión, uno de los distritos más violentos del mundo, en un auténtico campo de batalla.