Una turista llegó a Galápagos con la ilusión de conocer la biodiversidad única de flora y fauna de estas islas, sin imaginar que su viaje terminaría convirtiéndose en una pesadilla. La joven denuncia que fue violada por un sujeto durante un recorrido por el Parque Nacional. No es la primera vez que sucede una agresión hacia una mujer extranjera.
Juliana (nombre protegido), oriunda de Polonia, es guía turística y ha visitado casi 100 países alrededor del mundo. Tenía una cuenta pendiente: Galápagos. Era un destino que siempre le había parecido interesante por las especies únicas que habitan allí, pero también por los estándares de seguridad, así que decidió emprender la travesía sola.
El sábado 2 de septiembre del 2023, la joven llegó a Isabela, la isla más grande del archipiélago, para recorrer el ‘Complejo de Humedales’. Rentó una bicicleta y arribó hasta el túnel del Estero.
En ese sitio no se puede pasar con bicicleta, así que decidió dejarla en un estacionamiento. Ella sintió miedo de ir sola por el camino desolado, así que le preguntó a un hombre que estaba allí si es que valía la pena pasar por el túnel. Él le contestó que sí y se ofreció a acompañarla.
Los dos se tomaron fotografías, por separado, y al caminar con dirección a la salida, el sujeto la atacó por detrás y procedió a violarla, según describió la joven a Vistazo. “Luché con él casi 20 minutos, nadie me escuchó. O me escucharon, pero nadie quería venir”.
Tras perpetrar el crimen, el sospechoso salió corriendo y desapareció del lugar. Mientras que Juliana caminó en busca de ayuda con dolor en todo su cuerpo, puesto que recibió golpes en la cara, espalda, codos y piernas.
La víctima habló con el ECU 911 gracias a un grupo de turistas rusos que pasaron por el paraje. “Me dijeron que espere en el sitio, que acudirían al auxilio. Esperé 20 minutos y la Policía no llegó. Decidí salir con los turistas que me ayudaron”.
Agrega que la persona que le alquiló la bicicleta la llevó a una Unidad de Policía Comunitaria (UPC). Después, junto a los agentes fueron a buscar al agresor por los alrededores, pero no había señales.
“Quise entregar mi ropa a la Policía como prueba de lo que ocurrió, pero me dijeron que no tenían cadena de custodia y no la tomaron”, relató la turista. Al día siguiente de los hechos, la Policía accedió a recoger estas pruebas.
Viajó a Santa Cruz el domingo 3 de septiembre para poner la denuncia, pero la Fiscalía estaba cerrada. No fue hasta el lunes 4 de septiembre que le receptaron su testimonio. Este proceso fue traumático para ella porque en medio de su relato, entraban otras personas para pedir firmas o documentos.
Desde entonces, las investigaciones avanzan a paso lento. Ha pasado más de mes y todavía no hay datos certeros sobre el paradero del acusado. La única información que hay es la proporcionada por la víctima. Se trataría de un hombre de aproximadamente 30 años, de tez trigueña y facciones indígenas.
Jonathan Guamán, jefe policial del distrito zonal Galápagos, enfatizó que el día de los hechos, la turista se encontraba en un sitio de difícil acceso. “Solo se puede llegar a pie o bicicleta, ese fue el motivo por el cual el patrullero no pudo socorrer a tiempo”.
Agrega que, luego junto a la víctima, se hizo un recorrido por toda la isla para localizar al agresor. “Inclusive lograron identificar a un muchacho con similares características, pero no fue reconocido por la denunciante”.
El jefe policial mencionó que desde el domingo 3 de septiembre se conformó un equipo de investigación con personal que se trasladó desde Santa Cruz hasta Isabela para recabar evidencias y levantar videos de las cámaras de seguridad de los alrededores porque en el Parque Nacional Galápagos no hay cámaras.
María Casafont, coordinadora del Movimiento Activista de Galápagos de Mujeres en Alerta (Magma), manifiesta que la Policía primero debía llevar a la víctima a una casa de salud, para que se active el Código Púrpura, y luego con el testimonio rendido, empezar a coordinar la investigación. En el caso de Juliana habría sucedido lo contrario.
“La Policía no sabe atender estos casos, no le da la importancia debida”, señala Casafont, quien añade que en Galápagos falta personal en varias instituciones que atienden hechos de violencia contra la mujer, y las que operan lo hacen “de manera absolutamente revictimizante”.
Por ejemplo, en Santa Cruz solo hay una fiscal que se encarga de todas las denuncias en esa y otras islas. Casafont también recalca que no existe un protocolo para la conservación de las muestras biológicas y cuando llegan al continente ya no sirven.
“Hay otro caso en San Cristóbal que tardaron 60 días en llevarse las muestras biológicas de la víctima y el agresor. Después de ese tiempo cualquier prueba se desnaturaliza y el proceso se deshace”.
Juliana, la turista agredida, dice sentirse frustrada porque el proceso de investigación avanza lento. De hecho, pensaba quedarse una semana más en Galápagos, pero luego decidió regresar a su país de residencia porque entendió que la resolución del caso demorará meses o años.
“Ahora tengo pesadillas y ansiedad, mientras el otro chico camina libre y cree que no pasó nada. Para mí es muy importante que sea castigado, de lo contrario, no sé si pueda vivir en paz”.
Lamenta que pasaron exactamente 17 días y la Policía no encontró al acusado en una isla pequeña, donde todos se conocen. Ahora cree que será más complicado. “Mi viaje a Galápagos se convirtió en un infierno que cambió mi vida para siempre”, agrega.
Es uno de los pocos casos que acabaron con una sentencia favorable para la denunciante. Según datos de Fiscalía, desde el 2017 hasta el septiembre del 2022, se reportaron 213 casos de violencia sexual y psicológica en las islas.
De estos, solo 13 obtuvieron sentencia ratificada, los demás recibieron sobreseimiento, fueron archivados o siguen en otras fases investigativas. Es decir, que solo el 8% de los casos lograron justicia, los demás están en la impunidad.
Fuente Revista Vistazo