Kiev, la capital de Ucrania, se encuentra en duelo tras los devastadores bombardeos rusos del martes, que cobraron la vida de más de 30 personas y destruyeron el principal hospital pediátrico del país, dejando un saldo que podría aumentar mientras se remueven los escombros.
Los ataques aéreos, que incluyeron el bombardeo del hospital infantil de Okhmatdyt, han conmocionado a Ucrania, marcando uno de los episodios más trágicos en los más de dos años de guerra desde la invasión rusa en febrero de 2022. Según el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, al menos 38 personas perdieron la vida el lunes en todo el país, incluidos cuatro niños, mientras que 190 resultaron heridas por cerca de 40 misiles lanzados por Rusia.
La comunidad internacional, incluidos los aliados occidentales de Ucrania, ha condenado enérgicamente los bombardeos, que también afectaron una clínica privada y edificios residenciales en Kiev. El papa Francisco expresó su "profundo dolor" por los ataques a los centros médicos, junto con la condena por el ataque a una escuela en Gaza.
El Ayuntamiento de Kiev declaró un día de luto, con banderas a media asta y la postergación de eventos de entretenimiento. El gobierno ucraniano ha atribuido el bombardeo al impacto de un misil de crucero ruso Kh-101 en el hospital pediátrico, mientras que Rusia sostiene que fue una respuesta a los sistemas de defensa aérea ucranianos, reiterando que sus operaciones se limitan a infraestructuras militares.
Los ataques recientes subrayan la intensificación del conflicto entre Rusia y Ucrania, con repercusiones humanitarias devastadoras que reflejan una escalada en el conflicto. La situación sigue siendo volátil mientras ambas partes se enfrentan en una guerra que ha cobrado un alto precio en vidas y ha generado condena internacional por su impacto en civiles inocentes.
